quinta-feira, outubro 05, 2006

«Vivan los Reyes (Magos) – Detesto a Papá Noel. Si un día decido convertirme e un psicópata de esos que asesinan en seria, la serie me la voy a montar a base de ex ministros y ministras de Cultura, y luego de sonrientes gorditos vestidos de rojo y con barba, y con sus renos voy a comer chuletas a la brasa durante una temporada. Aunque España va bien, como dice mi primo, y somos europeos e internacionales y le sacudimos entusiastas la chorra al presidente norteamericano cuando al hijoputa se le antoja hacer pis en Irak o en alguna otra parte, toparme con Papá Noel en una calle de Chamberí se me sigue haciendo tan cuesta arriba como uno de Arkansas bailando sevillanas. Ya sé que el fulano lleva aquí casi treinta años, es más moderno y de diseño que los magos de Oriente, y con él, dicen, los niños disfrutan más tiempo los juguetes. Pero, con todo y con eso, al gordo de la barba – sin llegar al calibre de soplapollez del Halloween de las narices, que ahora también sustituye a nuestra noche de Difuntos de toda la vida – lo sigo viendo fuera de contexto: un gringo mercenario reclutado por los grandes almacenes para duplicar ventas, que vale menos que una boñiga del camello del rey Gaspar.
(…)»

Con ánimo de ofender, Arturo Pérez-Reverte